17 de agosto de 2006

Nuestro retrato "robot"

A veces uno encuentra por esos Foros de Dios joyas como ésta que escribe Serxu en el Foro del Triatlón Asturiano donde nos retrata de forma absolutamente veraz a muchos de nosotros ;-)

(http://triatlon.superforos.com/viewtopic.php?t=177)

Es posible que pienses que ya eres un triatleta en toda regla, capaz de desafiar al más fuerte y de afrontar con éxito todo lo que se te ponga por delante. No vamos a discutir ahora si tu preparación es la más adecuada o no, pero quizás estos consejos te ayuden a sacarle el máximo rendimiento a tus entrenamientos, siendo el triatleta más laureado y con mejor palmarés de la región.
El día del estreno.
Has llegado al día clave, se respira el ambiente triatlético, tus piernas parecen las de la chica que elige playa ante la montaña en un anuncio de crema depilatoria, tu bici reluce más que tu coche, lo tienes todo dispuesto y preparado para la prueba. Mírate, eres un superclase, un pincel, un dandi y no has hecho 300 km en un Ford Fiesta sin aire acondicionado para que parezcas uno más del montón, has llegado hasta aquí con la cabeza alta y vas a salir pidiendo una talla más de maillot de lo que te vas a crecer tras el resultado. ¿Has visto alguna vez a Eneko Llanos antes de un triatlón con una camiseta de la carrera popular del Carrefour, sin gafas de sol, sin peinar, en bermudas, con pelos en las piernas y caminando encogido intentando pasar desapercibido? Nunca. Piensa como un élite, todos somos iguales aunque unos corran más que otros y si te lo montas bien puedes engañar por unos instantes a la mayor parte del público asistente que eso no lo sabe. Camina como si fueras bueno, que sea la competición la que te releve a tu puesto natural y no digas tus tiempos y resultados antes de abrir los boxes. Vive por un momento la sensación de que el que tienes a tu lado en boxes te mira como pensando que eres bueno y que tiene que tener cuidado con no dejar sus zapatillas en medio del pasillo ya que pasarás mucho antes que él y podrás tropezar con ellas y mandárselas a tomar viento.
Y que opine la gente.
Recuerda que tu abuela y tus compañeros de trabajo no distinguen entre un élite y un grupo de edad. Por muy cerca que llegues de Ivan Raña, si quedas el 50 siempre serás para ellos un mediocre, un mindundi, un don nadie, un quiero y no puedo, en definitiva, un mermado que no ha valido para ser futbolista. Mientras que si quedas el tercero en la carrera pirata de tu pueblo, la cual has organizado y no has avisado a nadie para intentar cubrirte de gloria y aún así han aparecido dos más tramposos que tú que te han quitado el oro y la plata respectivamente, para tu compañeros de trabajo y para tu abuela serás el superhéroe de la oficina y el nieto del que hablar en la partida de dominó de jubiladas. No eres un abusón por ello, piensa que abuela solo hay una y debe de creer que tus salidas en bicicleta bajo la lluvia son justificadas y no síntoma de tus problemas mentales. Tus actos están justificados, nadie te podrá echar en cara tu acto de cobardía inscribiéndote en grupos.
El nadoboxing
Tienes una probabilidad entre las más de 6.500 licencias que hay en España de que la tuya traiga una foto de David Royo. Si no tienes esa suerte, estarás en el saco de los mortales que cual gladiadores ante el Cesar saludan antes de ir a la muerte, dispuestos a recibir todo tipo de manotazos, puñetazos, patadas y agarrones de un tío enorme con técnica poco depurada que parece que la ha tomado contigo durante los 1500 metros que dura el segmento de nado. Lo peor es que parece que el agresor se ha traído consigo a otros tantos matones, que te rodean y te dan palos como si les hubieras intentado levantar a la novia. Múltiples estudios concluyen con la máxima de que en el agua, por muy ancha que sea la salida y muy lejos que estén las boyas, los imperdibles del dorsal tienden a atraerse entre competidores generando cuellos de botella humanos que fomentan la práctica del nadoboxing, solo presente en el mundo del triatlón y apenas apreciable en las travesías a nado en las que niños de 12 años te adelantan de modo indoloro con alta frecuencia de brazada. Es en ese momento en el que la técnica que como hormiga que hace acopio de alimentos llevas trabajando en la piscina durante todo el invierno, se transforma en una utopía inalcanzable y tienes que recurrir a las técnicas de evasión mental, imaginándote que el de tu derecha es tu jefe y el triatleta de la izquierda es tu vecino de arriba a los cuales les das en caliente lo que se merecen. No te desesperes cuando tras todo un año de entrenamientos para aprender a respirar a la izquierda, descubres que respires al lado que respires, siempre tendrás una mano generosa que te golpeará por el lado que inspires el aire. Librada la primera batalla sal del agua corriendo, en una exhibición de fuerza, como aparentando que estás acostumbrado a remontar mediocres segmentos de nado y que ahora empezarás a aportar más al espectáculo. Pide paso continuamente y se ágil en la transición, cuando te alejes de la zona de público ya tendrás tiempo a pagar el exceso que has cometido por lucirte ante el respetable.
El segundo segmento, el del escaqueo.
En el segmento de ciclismo, para ser el auténtico rey del escaqueo, comienza la fase en la que debes de sacar al actor que llevas dentro. Busca un pelotón en el que puedas ir tapado y sólo ponte en cabeza en los pasos por las zonas de público o cuando veas una cámara de fotos, para que quede para la posteridad la imagen de que te has marcado 40 km tirando de un pelotón de chupasangres en muestra de tu poderío físico. En el resto del tiempo baja a posiciones de cola de grupo y comenta con los compañeros de pelotón que tú eres nadador y que te están dando calambres mientras facilitas el paso a los que te quieren adelantar para entrar al relevo. Ten siempre presente que un minuto de generosidad tirando a muerte de un pelotón, equivalen a 15 minutos de miseria sufriendo para seguir una rueda, con lo que conciénciate de que tú estas en bici solo para salir bien en las fotos y pasar el tiempo desde el nado hasta la carrera a pie, a la que intentarás llegar lo más fresco posible. Es sobre la bicicleta cuando el auténtico depredador comienza a analizar al detalle a sus víctimas. El estudio de tus compañeros de grupo te hará tener ventaja sobre ellos en el tramo final de la prueba. No estás aquí para ganar en una gran gesta con exhibición de poderío físico, estás para sacar de donde no hay y obtener el mejor resultado que tus piernas pueden dar. Quien no llora no mama. Son varios los prototipos de triatletas que debes conocer. Observa a las presas principales y conoce al detalle sus debilidades:
La urraca: Es aquel que se pasa todo el tiempo quejándose de que nadie entra al relevo e incita a la gente a tirar más mientras vocifera e insulta a los que no dan relevos siendo el único que va por detrás de ti y sin pasar nunca a la cabeza del grupo. ¡Cuidado! Este tipo es peligroso, suele ser el típico que corre más que el hambre y está nervioso porque piensa que esta vez no va a poder cazar al grupo de delante. Contra él tienes dos opciones, discutir con él, diciéndole que tiene mucho morro, corriendo el riesgo de que comiences a ser el objetivo de sus reprimendas o resignarte a que te saque 3 minutos en el último parcial a pie y hacerle los coros pidiendo tu también que entre la gente al relevo y seguir escondido en el pelotón intentando pasar desapercibido.
El pingüino: Reconocerás fácilmente a este tipo de triatleta ya que es de los pocos a los que habéis logrado cazar en bici y va a tu lado en la cola del pelotón pasándolas canutas para mantenerse en el grupo. Se caracteriza por defenderse estupendamente en el medio acuático, pero todo un paquete a la hora de tocar tierra. No es preocupante para la clasificación final, pero conviene hacerle la goma hasta que se quede descolgado, no vaya a ser que su poca habilidad en la bici te haga pasar un mal trago.
El pata negra: Si tienes la suerte de toparte con uno pégate a su rueda sin dudarlo. Es el compañero de grupo ideal, tipo Benito De Torres. Va dándolo todo en bici, sin pedir ayuda en los relevos, a velocidad de vértigo, a ritmo uniforme e incluso te avisa de los baches del terreno. La parte negativa es que posiblemente también te va a pulir corriendo, pero contra los portentos de la naturaleza no puedes luchar. Lo mejor que puedes hacer es hacerte colega de él al acabar la prueba para que te ayude así en todas las pruebas.
El saltamontes: Está caracterizado por realizar ataques de continuo esperando que alguien se vaya del pelotón con él pero sin acierto. Puede resultar entretenido al principio e incluso hacer que el grupo vaya más rápido al ir tras él, pero a la larga es un estorbo ya que empieza a generar tensiones en el pelotón, haciendo que nadie quiera entrar a los relevos y quedando todos pedaleando al ritmo de la música de verano azul. También puede lograr su objetivo y escaparse con los pocos que tenían las fuerzas para tirar del grupo. Con alguien así en el pelotón, solo puedes confiar en la suerte y esperar quedar en el corte bueno si se produce. Si al final no consigue irse, estará fundido y cabreado para correr al final, con lo que podrás superarle.
El camaleón: Se camufla en el pelotón aparentando no poder dar más de sí y sin embargo responde a todos los ataques como si estuviera fresco. Ni come ni deja comer, pero puede ser la pesadilla del triatleta tipo saltamontes.
El tritón: Es el triatleta que está harto de hacer competiciones. Tiene estudiado al detalle cuando hidratarse, cuando comer, cada cuanto debe de entrar al relevo, que pulsaciones llevar, que desarrollos meter… Te informa en carrera de sus resultados en sus últimas pruebas y curiosamente siempre dice que tiene un mal día cuando va a tu lado y parece como que te está haciendo un favor con su presencia. No es un mal compañero de pelotón, pero hay que saber tratarlo con mano izquierda y comprender que él vive para el triatlón desde sus inicios. Es un buen rival para tener por detrás en cualquier clasificación, ya que suele tener cierto prestigio.
El pato: El pato es como el tritón, un dominador de todos los terrenos por igual y de ninguno en particular. El pato nada, el pato corre y el pato vuela, pero todo lo hace mal. Será el primero en ser vencido en la batalla.
El papa comadreja: Su nombre viene de que parece que tiene quince cachorros que cuidar y se pasa toda la bici alertándote de las curvas, diciéndote que subas un piñón, poniéndose nervioso en los pasos estrechos, etc. Tampoco es demasiado preocupante su presencia, simplemente terminarás un poco aburrido y posiblemente le acabarás tratando de usted. Eso sí, en la transición lo perderás de vista definitivamente.
La bambi: No suelen abundar en el pelotón, pero puedes tener la suerte de llevar a una fémina tía buena cerca de tu grupo. Reprime tus instintos y no te pongas a su rueda o serás descalificado. Seguramente ella ande mucho más que tú y se pase la prueba adelantando a tu pelotón en los momentos en los que hay parones y volviendo a ser adelantada al incrementar el ritmo el grupo. Actúa como un caballero y dale ánimos cuando la pases, que se quede con tu cara y que vea que la respetas sobre el asfalto. Al acabar la prueba te acercas a ella y le dices lo bien que lo hace, la buena postura que lleva sobre el acople, etc.
El buitre: El sentido arácnido te debe despertar ante este competidor. Su actitud en el grupo es vivo reflejo de la tuya. Trata de esconderse al máximo, da algún relevo flojo cuando pica hacia abajo el terreno y te quita protagonismo en las fotos. Es tu máximo rival, es tu mente en otro cuerpo, márcalo todo el tiempo ya que mantendréis la lucha hasta la línea de meta.
El acto final.
En el momento en el que te bajes de la bici sabrás que la carrera que relatan por megafonía no es la tuya, pero es en este punto en el que tienes que darlo todo por tus medios y recoger los frutos que has ido sembrando desde el inicio. Si lo has hecho todo como se te ha dicho debes encontrarte en el mejor estado en el que podrías haber llegado tras los 1500 metros de natación y los 40 km de ciclismo y te faltaría solo cubrir los últimos 10 km de carrera a pie para finalizar la prueba. Conoces a tus rivales y estas dispuesto a enseñarles la suela de tus zapatillas alejándose en el horizonte.
Los últimos metros.
No te engañes, sabes que te da lo mismo quedar el 30º que el 50º siempre que el siguiente de tu club o el siguiente conocido por tus amigos llegue por detrás. Que en la última recta veas que te van a adelantar cuatro tíos que no conoces de nada no te hará darlo todo tanto como que veas que por un día vas delante de la estrella de tu club, la cual tras haber pasado una mala noche, salir a correr con gripe, caerse en la bici, e ir corriendo con flato pensando solo en poder acabar la prueba se te acerca por detrás a falta de escasos metros a meta. Sabes que quizás ese momento no se volverá a repetir y pese a tus falsos ánimos lo único que le deseas es que el hombre del mazo le remate antes de darte alcance para poder ir tú por primera vez a saludarle cuando cruce la meta y no esperar a que él venga a darte la mano. Debes estar siempre preparado para meter el dedo en la llaga y aprovecharte de los días malos de los demás. Al cruzar la meta tras haber llegado por delante, comenta con la gente que no has tenido buenas sensaciones, que no tienes tiempo para entrenar por el trabajo y hazte el humilde. Sécate el sudor y bájate algo el mono de competición para que parezca que hace más tiempo del real que has cruzado la meta. Enséñate, lúcete, saluda y habla con todos tus conocidos, que nadie se vaya sin saber que hoy has llegado por delante, no importa que ese día cierren las duchas antes de que vayas por entretenerte hablando tras la meta, la mezcla de sudor y salitre la podrás quitar tarde o temprano, la tinta que marca tu posición por delante en un papel durará toda la vida.
La entrada triunfal.
Al cruzar la meta levanta los brazos como si la cinta de meta fuera hubiera sido colocada para tu llegada y no para la fémina a la que acabas de dar un hachazo tras chuparle rueda toda la prueba. En ese momento si algún familiar te hace una foto podrás volver orgulloso al pueblo enseñando la instantánea, fingiendo que has vencido el triatlón. Las burlas, risoteos o insultos que puedas recibir por ese gesto en el área de post-meta serán temporales mientras que la imagen de gloria de cruzar la meta señalando al cielo durará eternamente.
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...yo sólo cuento mis victorias, mis derrotas ya se encarga el enemigo de contarlas...

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